dissabte, 8 de novembre del 2008
La noche americana: CHANGE
Y llegó el gran día y con él, toda la parafernalia. El presente escrito no pretende ser, ni mucho menos, un resumen de la “noche de”, así que, como buenamente pueda, pretendo lanzar aquí unas cuantas reflexiones, que no se diga que los jóvenes ya no pensamos.
En primer lugar, una reflexión por el sistema estadounidense, que a mi cada día me tiene más maravillada. Tomemos, por ejemplo, las declaraciones de Jimmy Carter, expresidentes norteamericano, que trabaja en la agencia de vigilancia de las elecciones y que ha declarado abiertamente que el sistema no funciona, y que las elecciones norteamericanas son de todo menos democráticas.
Buen ejemplo de ello fue el magnífico pucherazo (eso sí, transformado a las circunstancias de la era de la modernidad) del (ahora, ya, ¡al fin!) expresidente George Bush. Sin saber demasiado del tema, pero maravillada a la vez por él, resumo más o menos así: el señor Bush se impuso por unos 100.000 votos, si no recuerdo mal, porque en Florida hubo un “merder” (llamémosle, eufemísticamente, así). El Tribunal Supremo lo coronó presidente de los Estados Unidos por 4 votos de 5, cuando los votantes, oh my God, eran todos republicanos.
Dicho esto, a una servidora le maravilla ver el increíble desplegamiento de medios que se genera alrededor de los Estados Unidos cuando todos, incluso sus propios ciudadanos, saben que el sistema no funciona y que tiene de todo menos de justo. Colas de 12 horas para votar, inexistencia de máquinas en los barrios marginales, máquinas de voto cuyo funcionamiento es un verdadero misterio para gente anciana… y así podríamos seguir durante horas.
La segunda de las reflexiones tiene que ver, y siguiendo un poco la línea de este mi humilde blog, con las reacciones de ambos candidatos una vez se empezaron a conocer los resultados finales de las votaciones. Y es que sí, pudimos ver a un Obama y a un McCain más amiguitos que nunca, echándose contínuas alabanzas con frases como “ha sido un gran rival” y demás parafernalia.
Y fue ahí cuando una servidora pensó en toda la mierda (hablando en plata, que para algo es mi blog y no el de otro) que se habían echado encima estos dos personajes. Que si vinculaciones con terrorismo islámico, que si fraudes…
Que si más fraudes, que si más vinculaciones… Y luego pretenderán que nos creamos cualquiera de las cosas que dicen.
Y dicho esto, y después de haberme quedado la mar de a gusto, tengo que decir que, como buen proyecto de periodista que soy (se intenta, al menos) estas elecciones me mantuvieron enganchada toda la mañana del miércoles a la CNN, aún sin entender la mitad de las cosas que ahí se decían, y totalmente maravillada por las horas que esos periodistas llevarían sin dormir y la buena cara que hacían después de tantas horas con un micrófono en la mano.
El caso es que Obama triunfó y a lo grande, consiguiendo el mayor número de votos tanto en sufragio popular como en los votos electorales que se asignan en función del peso demográfico, un triunfo que no se daba en el partido demócrata desde la victoria de Lyndon Johnson en el año 1964. Más aún, Obama puede estar contento por haber logrado conquistar los estados de Virginia, Indiana, Nevada y Colorado, todos ellos republicanos en las dos últimas elecciones.
Fue al conocerse los primeros datos que apuntaban a Obama como nuevo presidente de los Estados Unidos de América cuando McCain hizo las primeras declaraciones, haciendo referencia a la mala actuación de Bush (“las injusticias que una vez mancillaron la reputación de nuestra nación”) y felicitó al nuevo presidente y a todos los afroamericanos. Bravo.
Pero no daremos aquí un repaso a la noche de las elecciones, que para algo existen medios más informados que una servidora y que, seguro, serán mucho más objetivos con el tema.
Lo que pudimos ver en la noche del martes es que Estados Unidos volvió a estar en lo más alto. Evidentemente, no hablo ni de superpotencia económica ni de temas bélicos (eso ya está demostrado que no funciona especialmente bien), sino de esos Estados Unidos democráticos y tolerantes, que acogen a todos sus ciudadanos con los brazos abiertos. Y es que por primera vez se elige a un presidente negro. Bravo otra vez.
Sólo dejaré aquí una llamada a la reflexión por un sistema electoral cuyo funcionamiento ha sido calificado de “antidemocrático” nada más y nada menos que por un expresidente, por un sistema que deja fuera de ese derecho (innegable) a millones de personas por todas las causas que puedan imaginar, y más.
Pero eh, han elegido a un presidente negro. Y son los primeros. Y dejaré a un lado la ironía, por una vez, y diré que lejos de desvalidar todo lo que acabo de decir, a mi ya me convencieron hace tiempo y, puestos a elegir, yo voté por el ganador.
Y ahí queda dicho.
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